El confinamiento derivado de la pandemia por el Covid19 ha puesto en primer plano el concepto de teletrabajo, pero esta es una modalidad que lleva muchos, muchos años funcionando, el confinamiento mundial del 2020 lo que ha hecho es masificarlo de un día para otro.

El teletrabajo es muy habitual entre técnicos informáticos y programadores, pero también muy practicado por otros colectivos como traductores, dibujantes, creadores, etc.

Otro colectivo habitual en los métodos de teletrabajo son las personas que trabajan en movilidad, como agentes comerciales o repartidores, que poco a poco y desde hace años han ido incorporando diferentes tecnologías de captura y transmisión de datos sobre el terreno.

La creciente digitalización de la sociedad y la capilaridad de la infraestructura de comunicación han creado las condiciones idóneas para la masificación y estandarización de este modo de trabajar.

La resistencia al cambio y el apego a modelos clásicos de organización en las empresas ha estado reteniendo la expansión del teletrabajo, pero esto ha cambiado y para muchas organizaciones y trabajadores se ha convertido en una cuestión de supervivencia.

La llamada computación en la nube y la eclosión de dispositivos móviles con gran capacidad de procesamiento ha facilitado mucho el poder trabajar desde casi cualquier lugar o incluso sucesivamente desde distintos lugares, empezar un proyecto en la oficina y continuarlo en casa o mientras nos desplazamos, sin solución de continuidad. Antes del “Cloud” el trabajo que se realizaba en los ordenadores de la empresa había que copiarlo en dispositivos de almacenamiento externo o subirlos a un servidor remoto, desde dónde bajarlo y retomarlo en casa, con el riesgo de sobrescribir por error y perder información relevante.

Ahora es muy frecuente que los archivos en los que estamos trabajando estén siempre en la nube y toda edición se haga de forma ubicua y por cualquier miembro del equipo sin errores, ya que se trabaja sobre la misma versión. Los miembros del equipo ya no tienen que hacer múltiples reuniones, pueden trabajar desde cualquier rincón del mundo simultáneamente, modificar los mismos ficheros o realizar videoconferencias con cualquier dispositivo.

Dicho todo esto, para un resultado satisfactorio del teletrabajo no es suficiente con disponer de una buena infraestructura de telecomunicaciones, “nubes”, dispositivos inteligentes y buenas herramientas tecnológicas, es preciso ajustar nuestro propio marco mental para manejar eficazmente este ecosistema digital.

Dicen que la velocidad de un conjunto es la misma que la del elemento más lento de la cadena y es una evidencia que la evolución de las tecnologías va mucho más rápida que la capacidad de adaptación de nuestros cerebros, estructurados durante siglos a operar de forma convencional.

Volveremos a hablar del factor humano en el teletrabajo en próximos artículos.